Javier Milei puede convertirse en presidente argentino. Colaboran para ello las pobres políticas públicas populistas peronistas que han hundido a su país en la miseria y caos. El soporte de Milei es balística ideológica que expone en cuanta plaza le ponen por delante. Para el tiene el mismo valor una radio digital o villa miseria o curul parlamentaria o programa farandulesco o aula universitaria. Uno no ve diferencias.
Milei expone en sí las soledades del hombre contemporáneo pues sus ansiedades que se notan a leguas en su faz y ojos sudando siempre son el trascender y limitar con lo inmortal o divino. Para ello tiene 2 juegos. El primero es copiar al presidente mexicano Francisco Madero que a pesar de su formación jesuita no temía incursionar en las alucinadas aguas del espiritismo y como era millonario financiaba revistas del tema y mesas con mediums caros. Madero tomaba decisiones políticas graves y serias. Madero fue asesinado. No sería extraño que detrás hubiesen sectas católicas cerradas a las que molestaban tamañas irreverencias.
Milei hace lo mismo pero no invoca humanos sino mascotas. Cuando murió su perro tuvo el tino de guardar su adn en USA y apenas murió muy acongojado clono al perro en 5 ejemplares quedándose con el más parecido. Ha proclamado tal evento a los 7 vientos, ganándose la feroz simpatía de los animalistas que a la hora de votar olvidan todo y eligen al defensor jurado y ultraconvicto de animales. Milei arrasará con esa segmentación a su favor.
Cada vez que toma una decisión importante invoca el alma de su sacro perro "Conan" aunque parezca increíble. Otro tema gravitante es la discusión sobre tráfico legal de órganos. Lo cual lleva a imaginar escenarios de poder ser superviviente a la edad en la que uno se agota o cuando necesita mantenerse a través de otras vidas con más vida que no otra cosa proveen un riñón joven o de buen funcionar. Por todos estos detalles Milei puede ser el primer presidente transhumanista de la historia mundial. Osea más allá del bien y del mal. Debe cuidarse de no acabar como Madero
