La segunda idea de la entrevista con Steven Levitski busca identificar a quiénes incursionan en política en los últimos 40 años. Según sus palabras, ‘son personas que hacen sus carreras y hacen dinero en otros campos, saltan a la política por unos años y luego se van’. Precisemos que (1) algunos descubren que incursionar en ella es una forma de hacer dinero, (2) o que utilizan y permanecen allí para asegurar la prosperidad en sus negocios.
Es lamentable que ni la antigüedad de un partido sea hoy una garantía de lealtad principista, programática y ética. Con ironía y amargura habría que agradecerle a Vladimiro Montesinos las grabaciones en la “salita del SIN” con los empresarios y políticos recibiendo jugosas coimas por diversos motivos. De allí en adelante se hizo usual el procedimiento de la venta de conciencias, ya sea por dinero o por algún otro beneficio al ocasional hombre público. Así la institución partidaria pasó a un segundo plano y el ejercicio de la política se fue “individualizando”.
Por ese camino –lo decía el Scopio anterior- los rótulos partidarios devinieron en simples letreros, en nombres casi comerciales, tanto que no logran generar “adjetivos colectivos” ni militancia. Además hoy pueden ser “vientres de alquiler” en los que un aspirante a político se instala para obtener su pretensión individual, o se utilizan como “franquicias partidarias” para que estas caricaturas de partido busquen a quien los represente en determinado lugar, con beneficios recíprocos debidamente pactados.
Se ha completado la parodia al quedar prohibida la reelección para así promover la improvisación y el aventurerismo. Lindo panorama.
