Interesante y preocupante a la vez es la entrevista que sostuvo el politólogo Steven Levitsky con un diario nacional hace algunos días, en la que se plantea que la democracia peruana se está destruyendo.
En la entrevista se tocan tres temas centrales que merecen serias reflexiones. Uno de ellos tiene que ver con la presunta destrucción de los partidos políticos cuyo principal responsable sería Alberto Fujimori. El segundo, enhebrado con el anterior, tiene que ver con quiénes son los que están incursionando recientemente en la política peruana. Y el tercero, cuál podría ser la forma de hacer política en el futuro, lo que incluye el destino de los partidos.
El espacio de esta breve columna apenas alcanzará para comentar el primer asunto. Levitsky señala que en el debilitamiento de los partidos políticos “la combinación del discurso antipartidos de Alberto Fujimori, más el hecho que tuviera éxito, resultó fatal.” Sin duda el largo mandato de Fujimori unió el ejercicio del gobierno con su desempeño individual de tal manera que las organizaciones partidarias se hicieron prescindibles. De allí se deriva que ahora importa muy poco la denominación que escojan los grupos políticos para existir. Era usual que en los rótulos partidarios hubiera una médula ideológica aunque fuese sutil, pero eso ahora no tiene la menor importancia; ahora sólo importa ganar las elecciones.
Pero Fujimori y su gobierno no son los primeros que desdeñaron a los partidos políticos. Recuérdese que en el gobierno del general Velasco Alvarado surgió la singular tesis del “no partido”, con la presunta alternativa de un gobierno a cargo de las organizaciones de base.
