Interbank, BCP y Continental realizaban nutridas inauguraciones de artes. El ambiente era luminoso. Tragos van y vienen. Bocaditos apetitosos. Me gustaba mucho ir a las galerías de arte y me quedaba con los folletos tan bien impresos.
Al asumir la dirección del diario judicial "La Palabra" de Trujillo lo perdí todo cuando decidí publicar en el editorial una crónica cuya raíz se originaba en la facción izquierdista del Partido Demócrata norteamericano dirigida por Larouche. Un economista que advertía hace años del estallido de la burbuja financiera bancaria e inmobiliaria entrecruzadas con la usura prestamista y narcotráfico.
Muy pronto vi que era vetado de sus boletines que ya no me llegaban. Era 1995 y ese verano ya no llegaban las invitaciones a las galerías de arte. Ya no saborearia más esos ricos bocaditos ni me enteraría de intrigas políticas urbanas o personales.
Perdí sí, pero comprobé quienes eran mis amigos, aliados, neutros y adversarios de por vida. La oscuridad cayó en mí, es cierto, pero no me arrepiento porque diría el futbolista argentino hebreo Daniel Houseman: "arrepentirse es perder". Houseman sabe lo que dice pues por algo fue mundialista al ganar Argentina en 1978 la Copa del Mundo.
Yo ya no levantaria más copas de cristal con vino o con cerveza alemana. En Trujillo vetador ya no.
